
¿Quieres un café? -
Hay veces en que lo mejor que puedo hacer, es beber una taza de café. Claro, una taza, dos, unas cuantas al día - el estudio te acostumbra.
¡Son las siete veinte! -
Es increíble como las hay de todos los tipos: blancas, rojas como las de comerciales, cuadradas y como la que comúnmente uso yo, una naranja algo quebrada por el uso. Pero, sin duda lo importante aquí, es el café.
Coloca el hervidor, por favor. -
Una vez – creo que te conté – que tomando café me enamoré – sí, lo recuerdo bien - . El amor tiene su color eh, también su aroma. Enamorarse no es fácil, es más complicado. Enamorar quizás sea lo más entendible, a la vez que fácil, tienes un objetivo, bueno, así y todo es como tomar un café, tú tomas una taza, le agregas el café, ojala uno bueno, luego viertes el agua a una temperatura algo cálida, sí, y te sirves el café a tu gusto. Pero, ¿qué pasa cuando el café es el que te prepara? No es fácil una respuesta, el café es engañador. No sabes si es él adicto a ti o como en mi caso, que yo lo soy. Es igual a enamorarse – viste- ¿por qué? Bueno, porque un café es amargo por sí sólo y siempre necesita una compañía para ser consumido.
¿Con leche? ¿Un cappuccino? -
Ahora me preguntas, sí el café puede beberse solo. Yo te digo que… sí, pero el tomar un café, quizás, en la mañana te despierta y en la noche te abriga, - por eso digo - es como enamorarse, es difícil cuando te das cuenta que un café demás, hace la diferencia.
Hace frío esta mañana.
uff! a mí no me gusta mucho el café pero hubo un tiempo en que bebí demasiados, los acompañaba con pie de limón, en las mañanas aunque más en las tardes,siempre en la misma mesa, la misma compañía. Durante un tiempo lo deje, pero un día caminando por el centro decidí pasar solo para ver si el destino se acordaba de mí, pero no sucedio. Tienes toda la razón cuando dices que un café de más marca la diferencia y que fome no tener con quien compartirlo.
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