sábado, 19 de diciembre de 2009

Caminata Nocturna Nº 5

Me dijeron que era bastante fácil caminar. Una vez lo hice de aquí para allá. Como una tarde que va hacia la noche, donde todos los gatos se vuelven del color del pelo de la mujer morena de la esquina, que dice que trabaja como dueña de la misma. Dice que es normal; dice que desde hace un tiempo se vuelve gata para seguir los pasos de sus antepasadas.

Para ella las esquinas son como atalayas - torres de vigía - dónde puede verse el ir y venir de los que quieren y no quieren. Un te quiero - con un beso-, una caricia y un adiós. Le siguen los que pasan como los jotes, no hablo de aquellos con barba mojada, de los que les gotea por la barba la sustancia del bolo. Hablo de los que preguntan: "¿A cómo el trabajo?". Ella responde como el servicio que otorga: "Depende". Depende y claro está, pues depende de lo que pidas, así todo depende dé. Es como cuando votas por un candidato de un pacto de alguna coalición que pretende cambiar las cosas, hará el servicio depende de lo que le pidas, bueno seamos sensatos; no se puede pedir mucho tampoco.
Justificar a ambos lados
Ella hace tiempo me dice que le gusta trabajar así. "Una mujer que es mucho más mujer que cualquiera" - dice sobre ella misma -, pues utiliza toda su femineidad; toda su mujerística característica, para conseguir un propósito, que para ella significa: dar un buen servicio. No es que sea malo, no digo que lo sea, tampoco digo que es bueno, pero al parecer lo es.

Sin embargo, y pese a todo, lo único que detesta son los malditos tacos que le impiden caminar al lado mío. Lo único que detesto yo es que la micro no pase y tener que seguir caminando a las una y media de la mañana.

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